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19:27 - 17/10/2023
ULTIMA ATUALIZAÇÃO::
DESBUROCRATIZAR LA ESCRITURA EN LOS DEPARTAMENTOS DE EDUCACIÓN[1], de Rosario García Martínez (colectivo RESET)

La escritura: de lo personal a lo institucional y al revés
Probablemente estemos todos de acuerdo en afirmar que desde los Museos -y en especial desde los Departamentos de Educación-, escribir sobre nuestro trabajo es una cuenta pendiente. Nos referimos a una escritura con fines de publicación y difusión de lo que pensamos y producimos. En el libro Desculturizar la cultura Víctor Vich hace referencia a la importancia de producir pensamiento desde la gestión cultural, como una forma de acción política, al afirmar que: “Contra un sentido común técnico que ha logrado asentarse, incluso al interior del sector cultural, hay que continuar insistiendo en que las ideas son importantes y que la teoría resulta urgente”. [2]

Tomando como base el postulado de Vich acerca de la necesidad de insistir sobre la producción de ideas y pensamiento, en lo que refiere al trabajo en Museos concretamente -y específicamente en los equipos de educación-, la pregunta por la escritura resulta necesaria para pensar en la proyección de la práctica como una labor profesional e intelectual, que invoca ejercicios de reflexión, de interrogación y de reformulación del trabajo con públicos (y más allá de ellos).

Habilitar estas reflexiones críticas resulta importante, y la escritura como ejercicio crítico-intelectual es una herramienta potente para tal fin, no solamente porque puede contribuir a un posicionamiento de la práctica de educación en museos más allá del plano ejecutivo, sino porque además permite llevar un registro crítico de lo que hacemos, construir pensamiento y abrir puertas para la discusión en torno a nuestra práctica con otros y otras colegas.

Escrituras desestimadas
¿Qué concebimos como escritura en los equipos de educación de museos? La pregunta surge porque en muchos casos escribimos más de lo que estamos dispuestos a reconocer.
Efectivamente, escribimos pero no reconocemos a eso como escritura y esto está vinculado a la idea que tenemos de escritura que está muchas veces asociada a un momento épico de soledad, inspiración y grandes ideas. En contraposición a esta imágen de lo que la escritura es o debería ser, podemos decir que escribimos, pero que en la mayor parte de los casos, esas escrituras son desestimadas por no coincidir con nuestro ideal.

Hay diversos tipos de escrituras desestimadas por los y las educadoras de museos, y por cualquier trabajador de museos en general: aquéllas de tipo espontáneo, o que se inserta en canales no siempre pensados intencionalmente para ideas de alto impacto como las redes sociales, chats, notas a mano en un cuaderno, notas de audio, ideas conversadas en reuniones, mapas conceptuales, etc. Lo que sucede en este caso es que muchas veces no consideramos eso como escritura, sino que los catalogamos como pensamientos, garabatos o ideas para un simple posteo, que no vale la pena desarrollar. Sin embargo, si tomáramos muchas de esas ideas, si las profundizáramos y compartiéramos, quizás tendríamos mucho más que eso. El problema es que argumentar lleva tiempo, ya que requiere de un trabajo de elaboración, de investigación y pensamiento previos y como comentamos anteriormente, en la mayor parte de los casos no contamos con ese tiempo.

Ahora bien, nos interesa centrarnos en otro tipo de escritura que se desestima, y es lo que podemos denominar genéricamente como “escritura burocrática”. Dentro de este grupo se incluyen, por ejemplo, los emails e informes de actividades que dan cuenta de lo que hacemos en clave de información y resultados cuantitativos y cualitativos, propuestas de proyectos para presentar a auspiciantes, entre muchos otros ejemplos. También cierto tipo de guiones de visitas, de guiones de audioguías. Hablamos entonces de una escritura de tipo burocrático que circula casi exclusivamente al interior de la institución, bajo códigos discursivos, formatos y metodologías preestablecidas, y que, siendo sinceros, la mayoría de las veces aborrecemos porque forman parte del dispositivo anti-poético que deja escaso margen a la creatividad y que responde más bien a necesidades formales y, de nuevo, burocráticas. Esta escritura también es desestimada, no reconocida como tal, y por ende descartada o “archivada” sin más.

Pero, ¿qué pasaría si realizáramos una tarea arqueológica de nuestro archivo, recuperásemos estos textos burocráticos para crear escritos nuevos con otro perfil? Se trata, en definitiva, de trabajar a partir de escrituras ya existentes en nuestros archivos, para dar forma a una escritura nueva. Esta idea tiene sus antecedentes en algunos ejercicios propuestos por las vanguardias históricas, como Dadá y posteriormente el Surrealismo con la técnica del cut up propuesta por André Bretón para componer “poemas collage” a partir del recorte de palabras de textos ya existentes en papel, por mencionar el ejemplo más obvio.
Más recientemente y en deliberada continuidad con esta práctica vanguardista, en su libro Escritura no-creativa Kenneth Godsmith argumenta hoy acerca del valor de la escritura creada a partir de textos ya existentes en un mundo hipermediatizado. Para ello, no solamente retoma, entre otras cosas, los ejercicios de escritura de vanguardias históricas antedichas, sino que además reivindica el polémico patchwriting -basado en el copy-paste- y apela al plagio como estrategia para la construcción de textos. En línea con un pensamiento duchampiano, e inclusive con la postura de Harun Farocki frente a las imágenes, Goldsmith pone el foco de la creatividad ya no en la capacidad para crear textos ex nihilo, sino en la habilidad del autor para resolver un montaje particular a partir de escrituras ya existentes -e inclusive escritas por otros- para construir un texto nuevo.[10]

Podemos entonces comenzar preguntándonos en qué medida nuestra idea de lo que consideramos que la escritura es, afecta nuestra capacidad para generar textos en un entorno que desafía las condiciones idóneas para crearlos. Nuestros escritos deben sortear estos dos extremos, ir más allá de la “idea fresca y espontánea” y de “la burocracia”. En todo caso, hablamos de textos que se diriman entre estos dos opuestos, pero que hagan uso de ellos para su conformación.

Encontrar el punto medio
Recapitulando, con desburocratizar la escritura nos referimos entonces a una doble cuestión que atañe a nuestra práctica de escritura. En primer lugar, a revisar las ideas (los preconceptos) que tenemos sobre la escritura, sobre lo que es y lo que significa escribir. En segundo lugar, y como consecuencia de lo anterior, “desburocratizar la escritura” implica valorar y trabajar con las escrituras ya existentes, burocráticas que mencionamos en el apartado anterior y que probablemente hayan sido motivadas por la necesidad de informar.

Ahora bien, ¿cómo podemos reimaginar la práctica escritural? A modo de ejercicio, podemos comenzar por cuestionar la imagen visual que tenemos acerca de “la escritura”. Seguramente en muchos casos es casi imposible cumplir con el ideal de la soledad, el silencio y la taza humeante de café. A su vez, la idea de que para escribir tenemos que tener ideas geniales y novedosas forma parte de esta imagen que por otra parte alimenta el ya bien conocido pánico a la hoja en blanco. Por otro lado, paradójicamente, las condiciones impuestas a la hora de escribir son, en sí mismas, burocráticas: una cadena de pasos y condiciones que hay que cumplir con un entorno ideal que nos permita llevar a cabo la acción en cuestión. Si hablamos de la escritura como ejercicio posible y cotidiano dentro del ámbito laboral, sabemos que el contexto y las condiciones son bien distintas a las descriptas con anterioridad: no hay espacios individuales y silenciosos, hay interrupciones constantes, distracciones, exigencias.

Podemos decir entonces que desburocratizar la escritura sería no esperar llegar a -o contar con- aquél escenario ideal para escribir. Esto no significa que no debamos luchar por estas condiciones, pero sí cuidar que las mismas no acaben obturando el acto de escritura. Para ello, podemos pensar entonces en generar recursos que puedan adaptarse o “negociar” con la realidad laboral de una persona que trabaja en un museo, cuya práctica está atravesada por la gestión de una inmensa cantidad de imponderables, y de situaciones del orden de lo práctico. Al mismo tiempo, entender que la escritura en sí misma es un proceso, que no empieza y termina en el escenario ideal, con una idea brillante y un texto “bien acabado”. Requiere trabajo y tiempo. En este sentido, es importante estar atentos a escribir las ideas que se nos vengan a la mente, sea en el formato que sea, para no perderlas. Es decir, no esperar a estar frente a la ceremonia de la computadora y de la hoja en blanco que muchas veces, reiteramos, paraliza.

En relación al segundo punto, “desburocratizar la escritura” implica, como dijimos, recuperar el archivo de escrituras ya existentes y “burocráticas” motivadas por la necesidad de informar. Frente a las escrituras burocráticas, podemos hacer un doble llamado a la reflexión acerca de su uso. Por un lado, un llamado a no desestimarlas como material reutilizable en pos de la configuración de escrituras de corte ensayístico, por ejemplo. En ese sentido entonces convocamos a “desburocratizar” su formato, ablandarlo, interrogarlo y a la vez “prenderlo fuego” con ideas y reflexiones que surjan de esas descripciones sistemáticas y ordenadas. Es decir, no deja de ser un material útil, al que vale la pena darle una forma salpicada por el ensayo, la poesía, la conversación o lo que se quiera aplicar.

Invitamos entonces a trabajar con todo esto para arribar a una escritura sobre la propia práctica, en donde podamos habilitar la multiplicidad de formatos tanto para escribir como para publicar.

La mediación como actividad intelectual
Como dijimos al principio de este texto, la escritura resulta una herramienta vital para pensar en la tarea de arte-educación o en la mediación cultural como una tarea intelectual y creativa por sobre la idea de servicio (de “estar al servicio de” el público o de la institución).

La idea de apropiarnos de un archivo para resignificar la escritura burocrática opera simbólicamente como una acción de emancipación por sobre las estructuras institucionales. ¿Por qué? Al tomar textos que son concebidos al servicio de la institución -es decir, cuyo fin es llevar un registro e informar- para formular, a partir de ellos, conclusiones acerca de la práctica y arribar a reflexiones críticas sobre nuestra tarea o sobre las prácticas en general, estamos alzando nuestra voz y posicionándonos como sujetos críticos, poniendo en pausa el tiempo institucional sujeto a tareas pre-determinadas, entre las cuales “informar” es clave. El tiempo de vaivén que implica la reflexión, la investigación y el pensamiento errático emerge así en el acto de reapropiación de estas escrituras, en pos de la creación de nuevos escritos y de un saber muy propio.

El ejercicio de introducir otros tiempos desde el interior mismo de la institución, contribuye a horadar sus límites. Se trata entonces, no de pedir permiso para hacer, sino de hacer sin pedir permiso, evitando la lógica de la confrontación y apostando a un accionar que parta de lo individual o colectivo (iniciativas personales, o del mismo equipo de trabajo), para proponer otras formas de concebir la práctica y el rol mismo del departamento de educación dentro del museo. En definitiva, se trata de proponer otras formas de hacer la institución y, como sugiere Mónica Höff, de pensar en que la educación al interior de una institución cultural va más allá de un accionar sectorizado, circunscrito al interior de un departamento.

Algunas conclusiones
La tarea de escribir sobre lo que hacemos tiene un rol fundamental en la proyección de la labor de educación en museos en tanto una práctica que involucra un ejercicio conceptual, creativo e intelectual. La defensa de la escritura como una herramienta para la reflexión y puesta en valor de nuestra labor es una tarea pendiente pero posible de ser activada si tenemos en cuenta que -en muchos casos- se escribe mucho, aunque no reconozcamos eso como escritura. En este sentido, revisar nuestro concepto de escritura al interior de nuestros espacios de trabajo resulta así un punto de partida interesante para abordar la problemática. Valorar el trabajo de escritura ya hecha y re-agrupar esas escrituras, revisarlas y atravesarlas con preguntas y reflexiones más allá de su carácter informativo, resulta un recurso interesante para “romper el hielo” y aventurarnos hacia la tarea pendiente y desafiante de escribir sobre lo que hacemos en clave crítica y reflexiva, incluso en clave poética.

Al mismo tiempo, reclamar por este espacio como parte fundamental y constitutiva de nuestro trabajo es igual de importante para atentar contra la burocratización misma de nuestro rol. Mientras tanto, revisar prioridades, desobedecer a ciertas lógicas institucionales y al engranaje que pone siempre a los emergentes y a algunas tareas administrativas por sobre cualquier otra cosa, es un desafío interesante al que deberemos hacer frente para comenzar a horadar las formas de, por un lado, concebir nuestro trabajo más allá de un servicio y en términos de “actividad” (temporal, efímera); y por el otro, de concebir a los museos en tanto instituciones que tienen el compromiso hoy -más allá de exhibir patrimonio y generar actividades y programas públicos en torno a ello- de producir pensamiento y conocimiento en torno a sus propias prácticas y de este modo, reflexionar sobre sí.

Notas de Rodapé

1. Este texto es producto de la conferencia titulada “Desburocratizar la escritura en los museos”, realizada por su autora en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, como parte de la la Residencia FelipaManuela, Madrid en mayo de 2022. La actividad formó parte del nodo Desplazar (que incluyó actividades en torno a la idea de la escritura y publicación desde los equipos de educación), del programa Caminar, Clicar, Desplazar, un grupo de estudio organizado por el Departamento de Educación del MNCARS en colaboración con La Liminal, Desmusea y FelipaManuela. https://www.museoreinasofia.es/actividades/caminar-clicar-desplazar. En el nodo Desplazar participó quien suscribe, y luego en el mes de octubre del mismo año, se sumaron la artista argentina Marina De Caro y la artista y educadora chilena Julia Romero.
El tema de la producción de una escritura reflexiva desde los equipos de educación, es planteado por la autora de este artículo por primera vez en “Palabras Preliminares” en el libro Por una institución Híbrida. Experiencias de interacción entre museo y universidad, Buenos Aires, Fundación Proa, 2020, pp. 20-29. Disponible en línea: https://issuu.com/proafundacion/docs/educacion_proa_ebook_060820

2.Vich, Victor, “Introducción” en Desculturizar la cultura. La gestión cultural como forma de acción política, Buenos Aires, siglo XXI, 2014, pág. 14

3. La autora del presente artículo invitó a Renata Cervetto, Mónica Amieva, Sara Torres-Vega, María Acaso y Emily Pringle a reflexionar sobre estos temas desde Latinoamérica, España y Reino Unido en ¿Investigar en el museo? Reflexiones sobre la posible producción de saberes en arte-educación, Barcelona, A*Desk Magazine, enero 2021. Al mismo tiempo, en Argentina, cabe mencionar como antecedentes de escritura y publicación por parte de profesionales de la educación en museos al significativo trabajo de Silvia Alderoqui llevó adelante desde el Museo de las Escuelas de la Ciudad de Buenos Aires, a partir de los años 90. También, y con posterioridad, el Blog de la Red de Educadores de Museos y Centros de Arte en Argentina (REMCAA) activo en la segunda década de los 2000.

4. Escribir al hilo. Clínica de escritura sobre prácticas educativas en museos fue concebida como un espacio virtual que contó con la participación de 28 seleccionados de Argentina, México, Perú y Colombia entre un total de 110 postulaciones. El programa estuvo destinado a fomentar el debate teórico-crítico orientado al desarrollo de un ejercicio de escritura reflexiva en torno al propio trabajo, con fines de publicación. La experiencia articuló instancias de formación teórica con espacios de clínica de proyectos y de escritura, a cargo de reconocidos profesionales del ámbito universitario, cultural y museístico latinoamericano: Víctor Vich, Mónica Amieva, Carlos Skliar, Karen Cordero Reiman, Damián Cabrera, Francisco Godoy, Maria Marta García Negroni y Beatriz Hall. Para más información, ingresar http://proa.org/proanoticias/2021/08/17/escribir-al-hilo-clinica-de-escritura-sobre-practicas-educativas-en-museos/ o a https://muac.unam.mx/evento/escribir-al-hilo. Para acceder al libro de ensayos publicados como producto de esta experiencia Rosario Garcia Martínez, Julio García Murillo, Beatríz Servín Hernández (comps.), Escribir al Hilo. Clínica de escritura sobre prácticas educativas en museos. Ensayos reunidos., Buenos Aires, Fundación Proa-Museo Universitario de Arte Contemporáneo, 2022, ingresar aquí: http://proa.org/proanoticias/2022/10/31/la-publicacion-de-escribir-al-hilo-ya-esta-online/

5. Las especialistas María Acaso y Sara Torres Vega desarrollan la importancia de la construcción y sostenimientos de archivos en los departamentos de educación de Museos, como una forma de “deshacer la subalternidad” que caracteriza a dichas áreas. En este marco, el archivo tiene la capacidad de convertirse en una herramienta de lucha institucional. Ver: María Acaso y Sara Torres Vega, “En busca del arca perdida”. Deshacer la subalternidad de los departamentos de educación a través del archivo” en Rosario García Martínez, Op.Cit.,Disponible online en: https://a-desk.org/magazine/en-busca-del-arca-perdida/

6. Según ICOM: “Un museo es una institución sin ánimo de lucro, permanente y al servicio de la sociedad, que investiga, colecciona, conserva, interpreta y exhibe el patrimonio material e inmaterial. Abiertos al público, accesibles e inclusivos, los museos fomentan la diversidad y la sostenibilidad. Con la participación de las comunidades, los museos operan y comunican ética y profesionalmente, ofreciendo experiencias variadas para la educación, el disfrute, la reflexión y el intercambio de conocimientos.” Ver: https://icom.museum/es/news/el-icom-aprueba-una-nueva-definicion-de-museo/

7. Vale recordar que en el libro Contradecirse una misma: La educación en museos y exposiciones como práctica crítica, Carmen Mörsch plantea este problema a partir de la reunión de una serie de textos escritos por el equipo de educadoras de la documenta12 (2007). Mörsch, ecargada del programa educativo de la documenta e aquélla edición, destaca la importancia de defender y visibilizar estos espacios de escritura reflexiva como una forma de reivindicar la dimensión pública de estas instituciones: “Unas condiciones favorables para que las educadoras conceptualicen, investiguen y desarrollen prácticas educativas críticas, además, publiquen sobre ellas dentro del circuito de museos y exposiciones de arte contemporáneo resulta excepcional (…)” y agrega más adelante: “Por esta razón, los esfuerzos por profundizar y visibilizar el trabajo educativo-comunitario dentro de las instituciones culturales y en el campo artístico resulta clave, porque evidencia la disputa que existe entre las formas dominantes de producción y representación del conocimiento y la transmisión de valores culturales versus la búsqueda de formas alternativas de construcción y activación colectiva del conocimiento y la puesta en diálogo intercultural de los saberes que resultan de ese proceso; una disputa que, al final de cuentas, también tiene que ver con el poder de decisión y los alcances de la participación social de la estructura de la institución pública”. Ver edición en español en Cevallos, Alejandro y Macaroff, Anahí (org.), Contradecirse una misma. Museos y mediación educativa crítica, Fundación Museos de la Ciudad, Quito, 2015. Disponible en https://issuu.com/mediacioncomunitaria.uio/docs/contradecirse_una_misma/8

8. Emily Pringle, directora de Tate Research, desarrolla la importancia de repensar la investigación en museos de arte en su tesis doctoral, publicada bajo el título Rethinking research in the art museum, London, Routledge, 2019. También desarrolla el tema en contexto post-pandemia en un artículo más reciente titulado “¿Todo debe cambiar?”: en Rosario García Martínez, Investigar en el museo. Reflexiones sobre la posible producción de saberes en arte-educación, A*DESK Magazine, Barcelona, 2021. Disponible en: https://a-desk.org/magazine/todo-debe-cambiar/

9. Emily Pringle, “¿Todo debe cambiar?”, Op. Cit.

10. Goldsmith, Kenneth, Escritura no-creativa, Buenos Aires, Caja Negra, 2016

 

 

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